Bolero eco y eco ansiedad

Bolero eco y eco ansiedad

Hace unos días me preparé para ir a la oficina a trabajar un rato. De camino, en la vía de servicio de Mar y Sol – Pueblo Nuevo vi a un sr recogiendo plásticos y desperdicios y temiéndolos en una bolsa. Vi que cerca de él había un pequeño puesto de venta de bolas de golf y una vieja moto de pequeña cilindrada. Deduje enseguida que era una “bolero” intentando embellecer su puesto de trabajo.

Tengo que reconocer que me conmovió. No porque fuera bolero o porque estuviera en su puesto ilegal, en pleno sol intentando sacarse unos pocos euros para subsistir. Lo llevo viendo desde años y nunca había parado porque no me gustan los puestos ilegales y la competencia desleal que hacen a las tiendas y comercios que pagan sus impuestos y que se rigen según las normas de nuestro sistema. Por muy precaria que sea la situación de estas personas nuestro estado de derecho tiene los medios (o me gustaría creer que los tiene) para ayudar a personas en estas situaciones a salir adelante y reintroducirlas en nuestro sistema de empleo oficial.

Pero no me quiero salir del asunto que quería relatar. Me conmovió porque era la primera persona que había visto en años recogiendo de forma voluntaria deshechos (sobre todo plásticos). Sé que hay muchas otras personas que lo hacen pero no lo había visto de manera tan clara hasta ese momento y me pareció un gesto “heroico”. Paré para hablar con él pero siendo cauto. Todavía sospechaba que su impulso “eco” se debía más a un propósito mercantil (mejorar la estética de su puesto de trabajo) que a un fin altruista.

-Buenos días!, que tal por aquí
-Mire Ud, intentando vender bolas y de paso recogiendo la basura que hay en esta carretera. No puedo quedarme quieto viendo tanta suciedad. Es la 3era bolsa que he recogido esta mañana. Quiere comprar bolas?

Le dije la verdad; me había parado porque su gesto me había conmovido y no tenía interés en comprar bolas de golf. Me explico que llevaba años “disputándose” la rotonda de Mar y Sol con otro “Bolero” y, según él, mientras él recogía basura su competencia ensuciaba. Me parecía una ocurrencia muy simple ya que las toneladas de plástico de esas carreteras no se pueden deber al otro bolero sino a los miles de conductores y viajeros que pasan por allí todas las semanas (yo incluido) y que de forma voluntaria echan desechos por las ventanillas. En cualquier caso allí estaba él con su motito, su vida humilde y su acción “heroica” dejándome en evidencia sin saberlo porque yo no había tenido hasta entonces el valor de hacer lo que él hacía de forma frecuente. Yo no tiro cosas por la ventanilla e intento reciclar en casa pero está claro que eso ya es insuficiente.

Que Sotogrande y sus alrededores son una maravilla no es una novedad, pero podríamos tener las calles y zonas verdes mucho más limpias…., no solo ya por un tema estético sino para reducir nuestra “eco ansiedad” (término que escuché por primera vez hace solo unos días). Creo que esta “eco ansiedad” la sufrimos casi todos: tenemos la sensación de que estamos haciendo un grave daño a la naturaleza y, por consiguiente, a nuestras próximas generaciones y no estamos haciendo prácticamente nada por resolverlo. Lo vemos todos los días en los telediarios y en los informes medioambientales pero es como si estuviéramos viendo una película desagradable….y no nos conmueve lo suficiente como para coger una bolsa y salir a la calle para recoger deshechos y convertirnos por unos minutos en pequeños “héroes”.

Debemos movilizarnos para limpiar aquellas zonas donde el estado no pone atención. No hay que echar la culpa al estado para justificar nuestra pasividad y estoy seguro que esto nos hará sentirnos mucho mejor aparte de mejorar mucho el aspecto de nuestro entorno con el beneficio ecológico y económico que esto tendría.

Con la ayuda del Periódico de Sotogrande vamos a convocar quedadas para aquellos “voluntarios” que quieran participar durante 30 minutos o 1 hora para recoger basura y documentarlo. Será interesante saber cuánta basura habrá en nuestra zona y lo bonito que estará todo cuando nos “libremos” de ella.